Muchas personas piensan que si se saltan el desayuno podrán adelgazar de una forma más rápida lo cual es un grave error.
Un desayuno completo es esencial para aportar al cerebro la energía necesaria para su buen funcionamiento, al igual que a los músculos y a todas las células del organismo.
En otras palabras, ingerir determinados nutrientes después de un ayuno prolongado durante la noche, contribuye a llegar con menos hambre a la próxima comida evitando así los atracones y el "picoteo" entre comidas, que sólo suman kilocalorías a la dieta diaria y su posterior acumulación en forma de grasa corporal.
En un buen desayuno no pueden faltar alimentos multinutritivos como los lácteos, los cereales en forma de copos o pan, las frutas y sus zumos. Es importante observar que los lácteos unidos con los cereales aportan una buena parte de proteínas, calcio, hierro y zinc.
En cuanto a las frutas y sus zumos: ofrecen vitaminas hidrosolubles que el cuerpo necesita incorporar diariamente. Contribuyen, además, al buen funcionamiento del intestino y del aparato digestivo.
Sólo hay que encontrar la opción adecuada al propio ritmo de vida y adoptar el hábito de desayunar a diario, antes de que sea demasiado tarde y deban lamentarse las consecuencias de ayunar innecesariamente.
Un desayuno realmente ideal con 300 calorías incluye una taza de una infusión (café o malta, té, etc.) con bastante leche y azúcar. un vaso de zumo de algún cítrico (2 ó 3 unidades) exprimido y una ración de cereales integrales con medio vaso de yogur natural y trocitos de frutas.
Otro desayuno ideal, con un aporta 280 calorías, puede incluir un yogur líquido, dos rebanadas de pan untadas con queso blanco y mermelada y media naranja o manzana.
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